Grandes cambios más grandes emociones puede ser un gran desastre.
Gracias a un año de terapia que terminé el 2018, aprendí mucho sobre qué es el trastorno límite de personalidad (TLP), cómo me afecta a mí específicamente y cómo manejarlo. Por eso ahora puedo mantener una estabilidad que antes me costaba mucho alcanzar, pero hay momentos importantes en la vida que, aunque sean positivos, ponen a prueba mi control emocional y eso es lo que estoy viviendo actualmente.
En unos días me voy a vivir a Polonia por mi cuenta (los detalles los explicaré en otro momento) estoy muy contento, emocionado, expectante y ansioso. Si bien las emociones que siento son positivas, la intensidad de estas y el salto constante de una a otra me terminan agotando, estresando y despertando otras emociones no tan positivas. Por lo tanto para mi resulta muy importante que mis emociones no interrumpan mi funcionamiento normal, que no me inhabiliten, esta es la parte más difícil y sin duda el entender mi experiencia con el TLP me ayuda a relativizar la situación.
Cuando las emociones positivas son muy fuertes me generan falta de atención, falta de concentración, pérdida de memoria, cansancio, mucho sueño, etc., lo importante es saber porqué suceden todos estos efectos no deseados. Por ejemplo sé que la falta de atención y concentración se generan por las ganas que tengo de que llegue el momento o el día que tanto espero (en este caso llegar a Polonia), la pérdida de memoria es una consecuencia de esto, ya que al no prestar atención no recuerdo qué es lo que tenía que hacer, ni que hice hace un rato, esto a la vez me genera estrés, por tener que repensar todo y por sentir que no soy eficiente, lo que al mismo tiempo genera cansancio y sueño (junto a unas ojeras que parecen tatuadas). Ser capaz de entender este flujo de emociones me permite ver el patrón que se repite y atacar al principal culpable: La ansiedad. Entonces cuando mi cerebro grita “¡No puedo esperar más, quiero viajar yaaaa!” yo le digo “Mmm, callate”, respiro profundo y dejo ir esa emoción que no es útil, continúo con mis tareas y voy tachando mi maravillosa lista, así pasa un día más y yo logro cumplir con lo que tengo que hacer.
Ahora… ¿Lo hago perfectamente? Claro que no, no soy perfecto y sigo aprendiendo a lidiar con estas situaciones, por lo tanto esta última semana me la he pasado durmiendo cuando debería haber estado haciendo la maleta y mil cosas más, pero lo importante y diferente al Coco del pasado es que entiendo que sucede dentro de mí y no me siento un inútil, fracasado o mal agradecido. Entiendo que esta situación la vivimos todos, pero que mis emociones son muy fuertes, que las siento físicamente y que me puedo cansar de cosas como ser feliz, y que cuando me canso me siento mal, soy así y está bien, no pasa nada. Por eso creo que, como siempre, lo importante es ser consciente, tanto de lo que pasa afuera como de lo que pasa dentro y actuar en base a ese conocimiento. En mi caso yo ya no permito que mis emociones me lleven al agotamiento físico y mental que antes me producían y sobre todo no tomo decisiones en base a estos sentimientos, si no en base al panorama completo de la situación. Así he logrado entender que no soy ni lo que pienso, ni lo que siento, soy lo que hago o dejo de hacer.